No solo usan cámaras y dispositivos que capturan la información de la banda magnética de la tarjeta, sino que instalan un código malicioso para que el dispensador expulse todo el dinero. También captan datos de los usuarios.
El fin de semana pasado, hubo más de 250 denuncias tras la clonación masiva de tarjetas que habría ocurrido en un cajero automático intervenido por delincuentes en Providencia.
La clonación de tarjetas -y posterior robo de dinero- ya es una práctica delictiva habitual. El primer semestre de este año, el Sernac recibió 1.417 reclamos relacionados con clonación de tarjetas, 27% más que el año anterior.
La modalidad más usada en el país -dice el subprefecto Rodrigo Figueroa, jefe de la Brigada Investigadora del Cibercrimen Metropolitana- es la clonación de los datos contenidos en las bandas magnéticas de las tarjetas. “Esto se realiza mediante el uso de un aparato llamado skimmer y una microcámara para conocer la clave o PIN de acceso”.
La mayoría de las clonaciones de tarjetas en Chile son realizadas por personas provenientes de Europa del Este: Bulgaria, Rumania, Ucrania y Rusia. “Traen equipamiento de punta para intervenir los cajeros, ocultos al interior de otros equipos electrónicos, como computadores, monitores o cargadores de dispositivos, a fin de evitar su fiscalización al ingresar al país”, dice Figueroa.
En tanto, brasileños y colombianos atacan en su mayoría al comercio, que utiliza los sistemas de pago POS (el dispositivo en que se desliza la tarjeta), “los que son adulterados o cambiados por dispositivos falsos, que capturan la clave y datos de la tarjeta bancaria”, explica.
En la Cumbre Latinoamérica de Analistas de Seguridad, realizada hace unos días en Cabo San Lucas, México, una de los temas que se analizaron fue la evolución de los ataques a cajeros automáticos.
“Mientras algunos ciberdelincuentes siguen atacando a las personas, otros más avezados se dieron cuenta de que obtenían más dinero con menos esfuerzo al dirigir sus ataques contra los bancos y específicamente contra los cajeros”, dice Fabio Assolini, analista senior del equipo global de Investigación y Análisis en Kaspersky Lab.
“Muchos de los bancos usan cajeros viejos, con softwares obsoletos, como Windows XP. Además, la red está mal instalada, muchos tienen los cables a la vista, como también los routers de comunicaciones”, dice Assolini.
Esas vulnerabilidades son aprovechadas por los ciberdelincuentes para instalar un código malicioso. Otros utilizan a funcionarios corruptos dentro de la organización para infectar la red de cajeros.
Uno de los ataques que se está masificando en el último tiempo se conoce como jackpotting , y consiste en que el atacante toma control del cajero a través de un malware ( software malicioso), pudiendo hacer que expulse todo el dinero que contiene.
“También se han detectado otros tipos de ataques, denominados ‘caja negra’ ( black box ). Los delincuentes desconectan el dispensador de dinero del núcleo de la máquina y conectan su propio computador. Desde él envían comandos fraudulentos que expenden efectivo”, dice Camilo Gutiérrez, jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica.
Pero lo más preocupante es que estos ataques no solo afectan a los bancos, sino también al usuario. “En Europa ya se ha detectado un nuevo tipo de malware llamado skimmer, que no solo permite sacar dinero del cajero, sino que también que el ciberdelincuente acceda a los datos de las personas que lo han usado y clonar sus tarjetas”, dice Assolini.
Latinoamérica no está libre de este tipo de técnicas para robar. Ya se ha detectado un malware creado en Brasil, y también se lo ha utilizado en Colombia y México.
El subprefecto Figueroa confirma esa versión: “En Centroamérica utilizan un dispositivo que se conecta directamente al router del cajero, el cual captura ‘en vuelo’ la información de la tarjeta y la clave que es enviada al banco emisor. Esto, sin necesidad de instalar cámaras ni skimmers . Una vez capturados, los datos son enviados al delincuente vía wifi o bluetooth”.
Fuente:
economiaynegocios.cl